En el invierno ya bien avanzado,
es la última en perder el verde lozano,
pero lo ha cambiado por el luminoso dorado,
y así se dirige hacia el Seno Materno,
que fértil y acogedor la está esperando.
La vida sigue, y a todo ser vivo
le aflora lo que lleva dentro,
después de salir y antes de volver
al mismo Seno Materno.
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