Cuando queremos conseguir sólo lo necesario para nuestra supervivencia, y cuando queremos conseguir ser capaces de dejar que las cosas sigan su flujo natural, estamos ante deseos naturales.
Todos los demás deseos son innecesarios, artificiales, y por lo tanto nos roban la libertad y causan conflictos y daños a los demás y a nosotros mismos. Quién está dominado por deseos innecesarios recurre a una estrategia, inconsciente o consciente. Lo primero que hace es convertirlos esos deseos en necesidades, después convierte a las necesidades en derechos, y así tiene una justificación moral, tanto para justificar sus deseos como para todo lo que hace a la hora de conseguirlos.
A veces se enfrentan personas con deseos innecesarios diferentes, pero todas ellas tienen unos buenos argumentos para justificarse. En estos enfrentamientos, lo más frecuente es que unos quieran conseguir lo que no tienen y otros quieran conservar lo que tienen.
Quien quiere conseguir lo que no tiene recurre a diferentes formas de lucha. Quien quiere conservar lo que tiene recurre a diferentes formas de resistencia. Contra cada espada siempre surge un escudo adecuado. Esta es la dinámica de lo artificial, de tal manera que aunque toda lucha produce cambios, el Hombre no sabe liberarse del dolor y de la esclavitud.
En medio de estos enfrentamientos, sufriendo los daños provocados por los luchadores, están quienes sólo desean seguir su propio camino de libertad interior, de busca de la armonía con lo natural y de espiritualidad.
Querer evitar las consecuencias de lo innecesario y de lo No-Natural, es un deseo natural, es un deseo de que las cosas fluyan siguiendo su curso natural. Querer evitar el flujo natural de las cosas nos lleva a tener deseos innecesarios y artificiales.
NOTA.- La mayoría de las personas libres y espirituales todavía no se han desprendido de todos sus deseos no-naturales. Esta falta de liberación total a veces hace que rechacen a alguno de los bandos, pero es sólo esa parte no liberada la que siente ese rechazo.
Nieblas:
De querer más siempre,
del comercio de esperanzas,
del ego que brillar quiere,
del anhelo que no llega,
de la agitada mente.
De entre tantas nieblas,
con su luz y norte,
emerge la conciencia.
Si quieres ser todo,
acepta ser parte.
Si quieres ser recto,
acepta estar torcido.
Si quieres ser pleno,
acepta estar vacío.
Si quieres renacer,
acepta morir.
Si quieres que te sea todo dado,
abandónalo todo.
Lao Tse, Tao Te King, Capítulo 22.
Otra visión, la que parece contradictoria,
paradójica, el mundo al revés.
Parece una cosa, pero hay que mirar
lo que hay detrás de las apariencias.
Con una flor como bandera,
lo que la ciudad les arrebata,
las plantas lo recuperan.
Las plantas y la vida resisten
y se recuperan.
Al Hombre, todo deseo y siempre insatisfecho,
basado en el hierro, en el cemento,
en la tecnología y la ciencia,
¿Qué le espera?
¡Cuántas explicaciones complejas ha creado la mente!
¡Qué explicaciones más complejas nos ofrecen las creencias mágicas, religiosas, las corrientes filosóficas y las ciencias!
¡Qué sencillo es observar cómo se nos muestra el flujo de la vida!
La observación sencilla sólo requiere de serenidad y de conciencia.
De las demás formas de observar
sólo nacen las complejidades.
¿Qué nos muestra todo esto?
A cada cual lo suyo,
todo es cuestión de conciencia.
Nuestras alas y nuestras emociones son frágiles, y cuando volamos libres a veces se nos rompen, perdemos trozos, nos duelen.
Pero seguimos volando libres:
* Libres y caminando hacia nuestro propio horizonte y siguiendo nuestro propio camino.
* Libres de no balar en ningún rebaño. De no seguir a ningún abanderado.
* Libres de los que nos presionan para que les demos la razón y creamos lo que ellos creen y vivamos como ellos viven.
* Libres de no entender la libertad como un medio para conseguir un deseo y así esclavizarnos al deseo.
* Libres en nuestra soledad.
*Libres a la hora de compartir los frutos de nuestro interior.
* Libres en nuestra necesidad de sentirnos amados.
* Libres de mantenernos fieles a nuestra conciencia pese a la dureza de lo que nos rodea.
Es como si la Madre Tierra diera flores directamente, al igual que si nacieran del tallo de una planta o de la rama de un árbol.
La Madre Tierra nos nutre, nos sostiene, y sin embargo, qué poco pensamos en ella.
A veces tengo la impresión de que pensamos y sentimos como si no fuéramos hijos de la Madre Tierra, como este planeta fuera solamente una nave espacial en la que vivir, pero con la que no nos sentimos ni identificados ni unidos.
Todos los aspectos de nuestras vidas, todas las cosas importantes e interesantes, parecen estar al margen de nuestra relación con la Madre Tierra. Sin embargo, de Ella nacemos, en Ella vivimos, y a Ella retornamos, y de Ella y en Ella, florecemos y damos fruto.
El Ser Humano no tiene capacidad para conocer la realidad última de las cosas. La ciencia obtiene grandes avances en todas las ramas que estudia. Los análisis de la realidad y el pensamiento filosófico, sociológico o psicológico, avanzan y evolucionan continuamente, pero todos estos conocimientos se quedan sólo en cuatro grandes aspectos:
* Avances en la medicina, en la creación de nuevos productos de consumo y de nuevas y "revolucionarias" tecnologías, pero todo ello orientado solamente al aumento de los beneficios económicos, de las comodidades y de los placeres.
* Formas nuevas y más sofisticadas a la hora de controlar y manipular a la población, tanto para que consuma más, como para que trabaje más, como para que acepte el poder de los poderosos.
* Satisfacer la curiosidad puramente mental e intelectual de una parte de la población, una curiosidad que lejos de producir una mayor comprensión de las cosas, produce nuevas formas de confusión.
* La incapacidad para comprender la verdad última de las cosas y las dificultades para conocer otros aspectos de la realidad llevan al Ser Humano a la confusión, la cual se expresa en teorías diferentes, creencias diferentes, versiones diferentes, opiniones diferentes, intereses diferentes y en aquello de que "En este mundo cruel, nada es verdad ni es mentira, sino que todo depende del color del cristal con el el que se mira." Y la confusión crea más confusión.
Así, ante la imposibilidad de conocer la realidad última de las cosas y ante tanta confusión, para orientar nuestra vida en pos de horizontes de plenitud interior sólo nos queda la serenidad y la conciencia, pero yo creo que tenemos suficiente, pues una conciencia serena puede comprender aquello que necesitamos para armonizar con el fluir natural de las cosas y para sentirnos Uno con el Todo, es decir, para liberarnos. Y mientras vamos conociendo y vamos comprendiendo también vamos encontrando las satisfacciones más profundas, esas que nos produce el hecho de sentir que vivimos de acuerdo con nuestra conciencia.
La conciencia abriéndose paso.
En la medida en la que la conciencia se va abriendo paso van emergiendo la armonía y la liberación.
Para quien se va liberando, para quien va armonizando, empieza a no haber diferencias entre la florecilla y la boñiga de vaca.
Si esto es así, ¿Por qué hacemos tantas diferencias en las flores y las boñigas?. Al fin y al cabo la boñiga fertiliza a la flor.
Hacer, siempre hacer. Por la necesidad de ganarnos la vida, para conseguir deseos y placeres, para evitar lo que tememos, para solucionar problemas, para mejorar las cosas, para ayudar y para complacer a los demás y para que nos amen, hacer planes para lo que tenemos que hacer, para nuestro futuro.
Hacer, siempre hacer. Hacer cosas interesantes y también porque nos aburrimos. Y la mayoría de la gente, a tanto hacer le llama vivir, con lo cual, a las cadenas de tanto hacer se suma la cadena de que creer que vivir consiste en estar siempre haciendo cosas.
Durante el día hay momentos en los que no hacemos nada, momentos en los que descansamos de tanto hacer, o momentos en los que no tenemos nada que hacer, pero muchas veces esos momentos se ven perturbados por recuerdos y emociones que impiden que estemos serenos. Además, tenemos una mente inquieta como un mono saltarín que siempre quiere estar ocupada en algo.
Todo esto nos quita casi todo el tiempo y la mayor parte de las energías para la reflexión profunda, para la receptividad y para parar el tiempo durante nuestras vivencias.
"¿Tienes la paciencia de aguardar
a que tu fango se decante y el agua sea clara?
¿Puedes permanecer inmóvil
hasta que la acción justa aflore por sí misma?
Lao Tse. Tao Te King, capítulo 15.
Mientras hacemos cosas toda nuestra atención se centra en hacerlas bien, (o en distracciones sobre cómo hacer o conseguir otras cosas), y en conseguir el resultado que esperamos. Por lo tanto, ni podemos reflexionar serenamente sobre por qué las hacemos ni sobre sus consecuencias, ni podemos estar receptivos al mundo que nos rodea, ni tampoco podemos parar el tiempo, pues todo lo hacemos pensando en el futuro.
La reflexión profunda requiere serenidad y soledad.
La receptividad requiere serenidad y ausencia de perspectivas, de esperanzas y de juicios.
Parar el tiempo durante nuestras vivencias es vivir esas vivencias directamente, sin ninguna clase de interferencias parte de nuestra mente o de los demás. Eso sólo se puede conseguir cuando no pensamos en nada que tenga que ver con el pasado ni con el futuro, sino que toda nuestra atención y toda nuestra conciencia están centradas exclusivamente en el momento presente.
La reflexión profunda nos permite ser conscientes de todos los aspectos de nuestra vida y de todo lo que nos rodea, y nos permite cambiar el rumbo para adecuarlo a lo más hondo de nuestra conciencia y al fluir natural de la vida.
La receptividad nos permite aprender y comprender, tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea, aprendizaje y comprensión que son fundamentales para saber a qué horizonte de plenitud, de armonía y de liberación hemos de dirigir nuestros pasos, nuestro vivir cotidiano.
Parar el tiempo durante nuestras vivencia, ¿Cómo se consigue eso?, ¿Para qué sirve eso?
Sobran las preguntas y sobran las respuestas, sólo cuenta lo vivido durante esas experiencias.
La que no contiene los colores ensangrentados
de TODAS LAS BANDERAS.
La verdadera libertad no tiene bandera,
se sostiene y reposa en las alas
de las libélulas, de la mariposas,
de los pájaros, de las abejas,
de nuestra conciencia.
Al mirar estas fotos, lo primero en lo que se fija la mente es en las características de las flores y de los insectos, y puede que alguien también se fije en el entorno de las flores y de los insectos.
Si volvemos a ver la fotos una tras otras de nuevo, nuestra mente se fijará en las diferencias que se observan entre estas seis fotos.
Vemos la realidad de esta manera, porque debido a nuestro actual nivel de conciencia, necesitamos esa visión para poder sobrevivir. Sin embargo, la mayoría de las personas cree que ésta visión es la única realidad que existe.
Si hacemos una segunda observación, deberíamos buscar las relaciones que existen entre los insectos y las flores y su entorno, y buscar también la relación existente entre todo lo que aparece en las fotos. Si ésta observación es profunda y acertada, deberíamos comprender que todo está relacionado con todo, que todo depende de todo, que todas las cosas forman un todo armónico.
Si hacemos una tercera observación, deberíamos buscar la esencia de cada cosa, la energía que mueve a todas las cosas y al Universo, las leyes que rigen al Universo, el ritmo del Tao. Comprender esto es lo que nos posibilita la liberación y la armonía.
Realidad sólo hay una (la correspondiente a la tercera observación, pues lo engloba todo), pero se nos presenta en estos tres niveles.
La sencillez acaba con lo complejo y con lo artificial y nos acerca a lo natural.
La sencillez nos produce serenidad.
Sólo la serenidad nos permite llegar a la comprensión profunda.
Sólo la comprensión profunda nos trae la armonía y la liberación.
Si no estamos atrapados por ninguna creencia, si tenemos libertad interior, no tenemos más remedio que reconocer que al Ser Humano le resulta imposible conocer y comprender la verdad última de las cosas, y muchas veces incluso verdades mucho menos ocultas.
Sin embargo, aunque estemos libres de creencias y tengamos libertad interior, todos tenemos una visión de las cosas, es decir, una cierta explicación de cuál es la realidad. Esa visión debería basarse únicamente en dos grandes aspectos:
* Tener plena conciencia de qué es lo que nos produce sensaciones de paz interior, de libertad interior y de plenitud.
* Tener plena conciencia de cuales son todas las consecuencias que, para nosotros y para el mundo en el que vivimos, tienen los diferentes aspectos de nuestra visión de las cosas. No importa la intención que pongamos a la hora de hacer las cosas, las consecuencias no vendrán determinadas por esa intención, sino por lo que hagamos en el mundo exterior y por nuestra actitud hacia nuestro mundo interior, y lo que hacemos y nuestras actitudes interiores se deben siempre a cuál es nuestra visión de las cosas.
Guiarnos por estos dos grandes aspectos no nos garantiza ni el conocimiento ni la comprensión de la verdad última de las cosas, pero es guiarse por nuestra verdad interior, y es lo más cerca que podemos estar del conocimiento y de la comprensión, y cuanto más cerca estemos, mayor será nuestra liberación y nuestra armonía.
Cada individuo y cada fragmento de la sociedad, haciéndose fuertes en su particular y sagrado castillo. Siempre intentando que su castillo sea más grandes y más fuerte lo cual les lleva a separarse de los demás y a luchar contra ellos.
Las luchas causan vencedores y vencidos. El vencedor encadena al vencido. Los más fuertes, valiéndose de las debilidades, de las necesidades y de los deseos de los demás, les encadenan.
Y cada cada cual se encadena a sus propios deseos cuando lucha por el éxito y por la felicidad.
Luchas que crean esas desigualdades de las que nacen aquellos que buscan vivir en las zonas victoriosas, que prefieren arriesgar sus vidas por llegar a ellas en vez de luchar por la igualdad en sus países, y así se convierten en modernos esclavos.
Luchas que crean problemas, problemas para los que se buscan evasiones en hormigueros placenteros por los que se ahorra todo el año, en los que se sueña todo el año.
Humanos, muy humanos,
creyéndose los más sabios
y los reyes de la creación,
con derecho a tenerlo todo,
y con derecho a la salvación.
Y en ser felices, puesta toda la ilusión.
Las relaciones entre libertad, belleza y peligro puede ser muchísimas.
También pueden ser muchísimas las reflexiones sobre esas relaciones.
¿Cuántas reflexiones se te ocurren?
La flor da su néctar, el insecto hace el trabajo de llevar el polen a otras flores. Ambos dan algo y los dos salen beneficiados.
Esta mi relación también se da entre dos o más personas afines cuando comparten.
Si analizamos la relación armónica entre el insecto y la flor sin recurrir a conceptos morales, entonces tenemos que estamos ante la NATURALIDAD, ante la ARMONÍA.
Y lo mismo ocurre si analizamos la relación entre las personas afines cuando comparten.
