Es como si la Madre Tierra diera flores directamente, al igual que si nacieran del tallo de una planta o de la rama de un árbol.
La Madre Tierra nos nutre, nos sostiene, y sin embargo, qué poco pensamos en ella.
A veces tengo la impresión de que pensamos y sentimos como si no fuéramos hijos de la Madre Tierra, como este planeta fuera solamente una nave espacial en la que vivir, pero con la que no nos sentimos ni identificados ni unidos.
Todos los aspectos de nuestras vidas, todas las cosas importantes e interesantes, parecen estar al margen de nuestra relación con la Madre Tierra. Sin embargo, de Ella nacemos, en Ella vivimos, y a Ella retornamos, y de Ella y en Ella, florecemos y damos fruto.
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