Las que provienen del Padre Cielo.
Las que dejan los seres que nacen del agua y del suelo.
Las que fructifican en los cultivados huertos.
Las que en nuestra conciencia hallan un surco abierto.
Las que producen nuestras energías y nuestros hechos.
Las que esparcen todos los vientos.
La libertad es siempre luminosa y sencilla. No hay otra libertad posible, sólo ilusiones donde se mezclan indisolublemente los ideales con las ambiciones, y por ello se convierten en frustraciones o en pesadillas.
La tarabilla, ajena a todo eso, disfruta con sencillez y libertad de un día luminoso de primavera.
Aquella mañana una discípula decía:
-Vivir es hacer, conozcamos lo que cononozcamos, comprendamos lo que comprendamos, creamos lo que creamos, sintamos los que sintamos, siempre estamos haciendo algo. De esta manera la gran pregunta que se nos presenta en el vida es:
¿QUÉ HACER?
¿Qué es lo más sabio que podemos hacer, Maestro?
-Todo lo que hacemos es siempre aquello que en cada momento podemos hacer. Por lo tanto, lo único que se requiere es ser conscientes de lo que hacemos en cada momento. Mientras seamos conscientes todo estará bien pues todo será fuente de sabiduría, y la sabiduría siempre nos dará sus frutos a su debido tiempo aunque pocas veces seránn los que esperamos, pues el curso natural de la vaida y de nuestro propio interior siguen su propia dinámica natural sin que podamos hacer nada para controlarlos. -Contestó el Maestró y guardó silencio.
-Maestro, ¿Puedes hablarnos de las esperanzas y de la sabiduría? -Pidió un discípulo.
-Voy a ser lo más breve y lo más claro posible. Mi experiencia me muestra que los creadores y los vendedores de esperanzas sonsiguen sus objetivos, los cuales son muy variados y obedescen a propósitos diferentes, cuando nos convencen de dos cosas:
1ª) Que podemos conseguir uno o varios deseos si hacemos caso de lo que nos dicen.
2ª) Que cuando consigamos ese o esos deseos se nos irán abriendo las puertas para vivir en el mundo soñado o para disfrutar del estado placentero y satisfactorio interior que más anhelamos.
-Breve pero intenso. Creo que se requiere una comprensión profunda. Pero eso lo dejaremos para más tarde. Ahora, ¿Podrías explicarnos cuales son las diferencias entre los creadores y los vendedores de esperanzas y los sabios? -Pidió el mismo discípulo.
-A diferencias de los creadores y de los vendedores de esperanzas, los verdaderos sabios ni crean ni venden esperanzas, sino que se limitan a mostrarnos aquella parte de la realidad que ellos han descubierto por sí mismos, y nos dejan en plena libertad para que hagamos lo mejor que nos parezca con la sabiduría que nos muestras. -Contestó el Maestro, el cual tras una breve pausa para buscar las palabras más sencillas, les dijo:
-De nosotros depende sa ber distinguir entre las esperanzas y la sabiduría. También despende de nosotros el mayor o menor valor que le damos a cada una y lo que pensemos, sintamos o hagamos respecto a cada una. -Y tras esto, el Maestro guardó silencio.
Y el discípulo pensó que quien camina solamente hacia el horizontes al que puede caminar por sí mismo, está en condiciones de vivir sin tener que comprar esperanzas y sin tener que seguir los pasos de nadie.
