Las luchas por la riqueza, por el poder y por imponer las creencias, producen unos vencedores y unos vencidos, unos dominadores y unos sometidos. Todos los luchadores justifican sus luchas mediante el siguiente mecanismo:
Primero convierten a sus deseos y creencias en necesidades. Al tratarse de necesidades resulta mucho más fácil convertirlos en derechos. Frecuentemente convierten a sus derechos y a sus creencias en algo sagrado. Cuando el deseo y la creencia se justifican en nombre de lo sagrado, entonces el luchador suele tener más decisión y energía para la lucha y también se convierte en más peligroso para los demás.
Los vencedores, convertidos en dominadores, y a la vez en esclavos de sus deseos, imponen las normas y las creencias que les benefician, y asurge así cada orden social, el cual hasta ahora siempre ha sido artificial. Ante cada orden social caben las siguientes posibilidades:
*Acatarlo, compartir sus valores y creencias. Quienes hacen esto son premiados por ello aunque pierden gran parte de su libertad. De esta manera el orden social se afianza, pero también se va volviendo más rígido y acaba por no satisfacer a la mayoría.
*No acatarlo, violar sus normas sólo en beneficio propio. Quienes optan por esta vía se creen más libres, pero son esclavos de sus deseos y son castigados, y además, sus vidas fácilmente se ven envueltan en los dramas y en las tragedias.
*Luchar por cambiar las normas, los valores y las creencias, para poner algo realmente nuevo. Esto tiene los riesgos de ser castigados y las posibilidades de mejoras y de más libertad para todos.
*A veces, las luchas contra lo dominante, dan lugar a órdenes más opresivos. Esto ocurre porque son muchos los que se dejan llevar por el espejismo de que la fuerza y el castigo solucionan mejor los problemas o imponen mejor las propias creencias, que los premios y la libertad.
*Todo orden social tiene un mayor o menor margen de tolerancia hacia aquellos que no comparten sus creencias. En el espacio que facilita este margen, los individuos pueden desarrollar muchos de sus potenciales, así como su vida espiritual, pensemos que siempre ha habido un orden social, pero que se han desarrollado muchos potenciales no favorables a ese orden y también se ha desarrollado la espiritualidad. Ésta última nunca ha sido favorable a ningún orden social, pues todo orden social hasta ahora siempre se ha basado en el deseo y en el artificio, mientras que la espiritualidad se basa en la liberación de los deseos y en la armonía con lo natural.
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