*La soledad del que pide o necesita ayuda y no la recibe.
*La del que quiere compañía y no la tiene.
*La del que no se siente comprendido ni amado.
*La del que se siente odiado.
*La del que se siente decepcionado.
*La del que se niega a pagar el precio que las compañías afectuosas exigen.
*La soledad como refugio ante las agitaciones, los conflictos y los peligros.
*La del que busca serenidad, libertad y sabiduría.
*La primera es como ha llegado nuestra soledad.
*La segunda es el uso que hacemos de cada una de ellas.
*La tercera son los resultados que obtenemos de cada una de ellas y de sus usos.
Para comprender éstas cuestiones y para encontrar nuestro camino, necesitamos soledad.
Frente a las soledades, las compañías con sus beneficios, sus precios y sus agitaciones, pues las compañías pueden ser placenteras y satisfactorias, pero nunca son serenas, y por lo tanto, ni son libres ni son sabias. Y así, las soledades nos llevan a la cuestión central de nuestra vida:
¿Qué preferimos: Las situaciones placenteras y satisfactorias, o la libertad y la sabiduría?
Unos se plantean que de qué sirven la libertad y la sabiduría si no producen situaciones placenteras y satisfactorias.
Otros se plantean que sin libertad y sin sabiduría, las situaciones placenteras y satisfactorias duran poco y exigen altos precios.
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