Los demás nos tratan según nos ven, y nos ven según son ellos, según sus deseos y sus creencias.
Por otra parte, nosotros no nos mostramos desnudos, sino que ocultamos o disfrazamos algunas partes debido a nuestros miedos, a nuestros deseos de ser amados, a nuestras estrategias para conseguir algo de los demás.
Los demás están mucho más interesados en lo que pueden temer de nosotros y en lo que pueden conseguir de nosotros, que en lo que somos.
Nosotros hacemos lo mismo, y así tampoco les conocemos a ellos.
Nosotros cambiamos poco y despacio, y a los demás no les podemos cambiar.
Sólo sabemos que unos nos aman, que otros nos admiran, que otros nos respetan, que otros nos desprecian, que otros a veces nos odian, y que nadie nos comprende. Todo ésto tenemos que aceptarlo por igual. Si no lo aceptamos pasamos a atarnos y a depender de lo que ellos sienten por nosotros.
CONOCER A LOS DEMÁS Y QUE NOS CONOZCAN
Tanto para conocer a los demás, como para que nos conozcan, la cuestión radica en cuáles son nuestros deseos y nuestras creencias, y ésto nos lleva a las siguientes preguntas:
*¿Cómo hemos llegado a tener los deseos y las creencias que tenemos?
*¿Podemos modificar a voluntad nuestros deseos y las creencias que tenemos?
*¿Podemos liberarnos de nuestros deseos y creencias y aceptar el flujo natural de las cosas?
Cuando les conozcamos y nos conozcan, entonces podremos comprendernos y respetarnos todos. Y después vendrá lo que naturalmente tenga que venir.
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