¿Aceptamos la realidad que percibimos, o queremos que se adapte a nuestros deseos?
¿Aceptamos ser como el cerro que aparece en primer término, o deseamos ser como la montaña que aparece al fondo?
¿O nos gustaría que la montaña fuera más alta y estuviera nevada para disfrutar del paísaje, para esquiar, o para percibir la grandeza y alcanzar la paz interior?
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Debido al dolor, a la insatisfacción, a las esperanzas de conseguir placer, o debido a nuestros bellos ideales, es muy frecuente que tengamos fuertes deseos, conscientes o inconscientes, de que la realidad se adapte a lo que creemos que necesitamos.
Debido a las limitaciones que tenemos a la hora de conocer y de comprender la realidad, es muy frecuente que nuestros conocimientos y comprensiones sean insuficientes.
En ésta situación, se producen las dinámicas siguientes:
*Cuando los deseos son fuertes y el conocimiento y la comprensión son escasos, fácilmente surgen en nosotros las creencias, las ilusiones, o bien adoptamos las que ya existen o las que nos venden. Para que nuestras creencias se adapten bien a nuestros deseos, buscamos pruebas, y siempre hallamos la manera de encontrar esas pruebas, y también hallamos la manera de dar por falso a todo lo que pueda contradecir a lo que creemos.
*Cuando los deseos son débiles y el conocimiento y la comprensión son altos, es fácil que nos guíemos por la realidad que percibimos y que no adoptemos creencias ni caigamos en ilusiones. Además, cuando los deseos son débiles aumenta nuestra serenidad y nuestra libertad, y de ésta manera aumenta también nuestra capacidad para adquir conocimientos y comprensiones.
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