A su debido tiempo y a nuestros propios ritmos,
ambos damos frutos nutritivos,
ambos dejamos semillas, que renuevan la vida.
A ambos, igualándonos,
la fertilidad del Universo nos penetra,
aunque no lo pretendamos,
aunque no nos demos cuenta.
No somos más, no somos menos,
y aunque nos parece que tenemos diferencias,
el Universo no se rige por nuestras preferencias.
En el hemisferio Norte ha comenzado el invierno, con el frío la vida duerme o se ralentiza y el Sol cada día luce un poco más, comienza el ciclo Yang. Con el invierno culmina el ciclo de los frutos, y empieza el ciclo de las nuevas semillas, las cuales esperan bajo tierra. Que la vida urbana, la tecnología, las celebraciones y las fiestas, no nos hagan olvidar que somos Naturaleza.
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