La mariposa tiene deseos sencillos, y por lo tanto tiene pocas obligaciones y deberes. Pero los seres humanos, en ésto no aprendemos de las mariposas.
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Cuando tenemos un deseo concreto, conseguirlo frecuentemente se ve dificultado por aquello que estamos obligados a hacer debido a los aspectos generales de nuestra vida, así como a lo que consideramos que son nuestros deberes morales respecto a los demás.
Ésto nos crea tensiones con los demás, incluso conflictos con ellos, y frecuentemente nos crea contradicciones internas. La creencia dominante es que si haciendo lo que hacemos habitualmente, no conseguimos lo que deseamos, tenemos que cambiar de estrategias. Llevados de ésta creencia, para escapar a lo anterior nos ponemos a buscar estrategias, a pedir consejos, a observar los comportamientos ajenos, y a escuchar las diversas y opuestas opiniones de los demás, sin embargo, todo ésto en vez de aclararnos nos confunde, y en vez de serenarnos nos agita, y las soluciones que buscamos no aparecen.
Todo ésto nos ocurre debido a que no somos conscientes de que el problema reside solamente en nuestra falta de comprensión profunda de las causas que dan lugar al nacimiento de nuestros deseos, y solamente un aumento de ésta comprensión puede reducirlas, y al reducirlas nuestra vida se hace más sencilla, más serena, más libre, más satisfactoria, y así nuestro camino espiritual se vuelve más claro, más ancho y más llano.
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