domingo, 8 de septiembre de 2019

HACER Y ECOLOGÍA


    Sus alumnos le pidieron al viejo profesor traer a un grupo ecologista a clase a para que expusiera los problemas ecológicos y luego debatirlos entre todos. El viejo profesor accedió gustoso y lo organizó todo para que la clase pudiera ser de tres horas. 

    Los ecologistas vinieron muy bien documentados, expusieron la situación detalladamente, denunciaron las causas de la destrucción medioambiental con argumentos reales y bien desarrollados, y ofrecieron una larga lista de soluciones necesarias para acabar con los problemas medioambientales. Los alumnos mostraron mucho interés y se inició un animado debate entre ellos y los ecologistas. Cuando faltaban diez minutos para que acabara la clase, uno de los ecologistas se dirigió al viejo profesor y le dijo: 

  -No  ha dicho usted nada, pero como ve es un tema muy interesante y muy necesario. ¿Qué opina? 

  -En la relación con la Naturaleza, hacer significa siempre destruir. Hasta que no se desarrolló la Revolución Industrial, la destrucción causada por el Hombre no significaba ningún problema, pues la Naturaleza tiene una capacidad para autoregenerarse  cuando el daño no es grande. Antes de la Revolución Industrial, la población del planeta rondaba los 500 millones  y tenían un bajo nivel de consumo por persona. En la actualidad pasamos ya de los 7.000 millones y la población sigue en aumento, y sobre todo, el nivel de consumo por persona es muchísimo mayor que antes de la Revolución Industrial, de tal manera, que desde hace bastantes años, los daños que el Hombre le causa a la Naturaleza, sobrepasan con creces la capacidad de la Naturaleza para autoregenerarse. 
  -Contestó el viejo profesor. 

  -De acuerdo profesor, pero por eso se trata de hacer que todo sea ecológico. -Dijo otro ecologista. 

  -Ese hacer es menos destructivo que el hacer actual, pero es hacer. Hacer parques eólicos y de placas solares  y otras instalaciones para producir energías renovables, coches ecológicos, camiones, autobuses, aviones, barcos, trenes, motos, bicicletas, patinetes, fábricas, minas, maquinaria, líneas eléctricas, canalizaciones de gas, ciudades, carreteras, vías férreas, edificios, producción y transporte de alimentos, hospitales, material sanitario, medicamentos, café, tabaco, alcohol, envases, calzado, ropa, juguetes, muebles, electrodomésticos, televisiones, ordenadores, teléfonos, turismo ecológico, ocio ecológico, y otros muchos etcéteras ecológicos, y si se consiguiera que toda la energía fuera ecológica y barata, entonces todo este  hacer aún sería mucho mayor que en la actualidad. Lo que quiero decir es que sin que disminuya el consumo y la población, el hacer ecológico que vosotros defendéis, pronto se convertiría en un hacer no ecológico. 
 -Dijo el viejo profesor. 

  -Pero sin el hacer, y reduciendo el consumo y la natalidad, las empresas venderían menos, sus beneficios disminuirían, millones de trabajadores irían al paro, y la crisis generaría mucha pobreza, muertes por hambre, guerras originadas por la disputa de una riqueza cada vez más escasa, y eso no lo quiere nadie. ¿Cómo solucionaría usted estos problemas sin hacer? -Dijo un tercer ecologista. 

  -La dificultad que tenéis los ecologistas es que sabéis que los problemas medioambientales no se pueden resolver sin que los ciudadanos cambien profundamente su relación con la Naturaleza y adoptar un nuevo modelo de sociedad, y os encontráis con que ni podéis convencer a mucha gente de que viva ecológicamente y defienda vuestras ideas, y con que no tenéis verdaderas alternativas, y aunque las tuvierais no sabríais como llevarlas a cabo, así, vuestra acción tiene que limitarse a hacer, siempre hacer: Luchas por impedir las formas más destructivas de tratar a la Naturaleza, defender algunas áreas geográficas, defender a las diversas especies y divulgar los principios ecologistas.  Mi dificultad, pues yo también tengo una, es que aunque tengo una alternativa basada en no hacer no consigo siquiera que me hagáis caso los ecologistas, y sólo me escuchan muy pocas personas. -Contestó el viejo profesor.

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