viernes, 27 de septiembre de 2019
FILÓSOFOS Y SABIOS
-Platón quería un república gobernada por filósofos. Lao Tse decía que cuando el Sabio gobierna todo funciona bien. Yo estoy de acuerdo con los dos, y creo, profesor, que tú serías un buen presidente. -Dijo uno de los alumnos, y el resto de la clase comenzó a jalearle a coro y entre risas:
¡Presidente!, ¡Presidente!, ¡Presidente!...
El viejo profesor aceptó la broma divertido, y le dijo:
-Si yo fuera presidente, en pocos meses las calles estarían llenas de protestas y de rebeliones, y tendría que salir huyendo del país.
-¿Por qué? -Preguntó el mismo alumno.
-La gran mayoría de los ciudadanos no quiere una sociedad basada en pensamientos profundos o sabios, lo que quiere es conseguir sus diferentes deseos, y la mayoría sabe que con pensamientos profundos y sabios no podría conseguirlos, la mayoría cree que es mejor un mal político que un buen filósofo o un buen sabio, por eso, muchos políticos dan mítines multitudinarios o bien consigue que las calles se llenen de gente manifestándose en favor de sus propuestas, mientras que cuando un filósofo da una conferencia suele tener bastante con una sala pequeña. -Dijo el viejo profesor e hizo una pausa, al cabo de la cual les dijo:
-Imaginad que un grupo de filósofos y de sabios decidiera formar un partido político y presentar como programa electoral las mayores sabidurías que existen. ¿Creéis que ganaría unas elecciones?. Pensadlo bien.
-¿Pero, y si las ganara? -Rebatió el mismo alumno.
-Eso significaría que los ciudadanos habrían alcanzado un nivel de conciencia tal que YA NO NECESITARÍAN NINGÚN TIPO DE GOBIERNO, NI SIQUIERA UN GOBIERNO DE FILÓSOFOS Y DE SABIOS.- Dijo el viejo profesor.
-¿Y mientras tanto qué? -Preguntó el mismo alumno.
-Mientras tanto seguiremos como siempre. Con diferentes tipos de gobiernos, pero todos ellos al servicio de los intereses de los poderosos, de unos poderosos que conceden ciertos deseos, ciertos derechos, ciertas libertades y ciertas posibilidades o esperanzas de mejora a los ciudadanos para que a cambio de eso, los ciudadanos acepten su poder, o que incluso lo vean como algo bueno para ellos y para toda la sociedad. -Concluyó el viejo profesor.
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