Aquel día, cuando el viejo profesor entró en el aula encontró a los alumnos hablando de astrología, y uno de ellos le preguntó:
-¿Tú crees o no crees en la astrología?. Ante el tono tan fuertemente dualista de la pregunta, el viejo profesor decidió sorprender a los alumnos, y exagerando una imitación de Hamlet
dijo:
-¿Ser o no ser?, ¿Existe o no existe?, ¿Creer o no creer?, esa NO es la cuestión.
Tras las risas, el viejo profesor les dijo:
-Antes de que la visión científica actual se hiciera dominante, se desarrolló la astrología, se desarrollaron infinidad de artes adivinatorias y creencias en toda una serie de fenómenos y de seres, a los que luego la ciencia despreció, condenó e incluso persiguió, llamándolos supersticiones, seudociencias, o usando otras palabras despectivas y condenatorias. La lista de estos fenómenos y creencias es muy larga y sus aspectos son muy variados, de tal manera que despreciarlos a todos, o tratarlos a todos por igual es ignorancia y arrogancia. En mi juventud pasó unos años interesado en estos temas, y vi que para mi la cuestión no era entrar a conocer si existían o no existían. -Dijo el viejo profesor.
-¿Y cual es la cuestión? -Preguntó una alumna.
-Su utilidad. Veréis, a todo este variado mundo la gente se acerca llevada de varias actitudes. A veces sólo es curiosidad por lo fenómenos extraños o extraordinarios, a veces es credulidad infantil. Otras veces se acercan buscando ayuda en las diferentes fuerzas mágicas. Hay quien quiere conocer su futuro. Hay quien quiere explicarse cosas que cree que existen, o que pueden existir, o que pueden tener una gran importancia, pero que le resultan inexplicables. Y están los que buscar poder para conseguir sus deseos, y también los farsantes que se aprovechan de lo misterioso que es ese variado mundo, así como de la credulidad y de las esperanzas de mucha gente. -Contestó el viejo profesor.
-Todavía no has contestado a mi pregunta, y tampoco nos has dicho cual fue la utilidad que tú le encontraste. -Dijo la misma alumna.
-Perdona, ahora voy a ello. Me dije a mí mismo que era un mundo muy complicado, y que nadie podía demostrar o rebatir esas creencias, y me dije a mi mismo que yo sólo buscaba sabiduría, que la cuestión real es ¿Cuánta sabiduría puede aportarme ese mundo? ¿Cuántas preguntas puede contestarme? -Dijo el viejo profesor.
-¿Y qué sabiduría encontraste? -Preguntó otro alumno.
-La de entender que la cuestión no era creer o no creer, que la cuestión es que existe mucha sabiduría sobre el Universo y sobre el Hombre y que sólo hay que separar el grano de la paja. Quien busque sólo sabiduría, encontrará sabiduría, quien busque otras cosas se hará prisionero de sus deseos o vivirá en la ignorancia de la credulidad. Por eso, ¿existe o no existe? ¿Creer o no creer?. Esa NO es la cuestión. -Concluyó el viejo profesor.
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