viernes, 13 de septiembre de 2019

EL ORGULLO HUMANO Y EL BIEN


     -El Ser Humano está muy orgulloso de sí mismo, sobre todo cuando se compara con los animales. Está muy orgulloso de su inteligencia, de su fuerza de voluntad, de sus valores morales, de sus talentos artísticos, de su capacidad innovadora y descubridora, de sus avances filosóficos, culturales, científicos y tecnológicos, en suma, de sus muchas capacidades y de sus logros. -Dijo el viejo profesor. 

  -Si todas esas capacidades las usara para hacer el bien, viviríamos en el paraíso. -Dijo uno de los alumnos. 

  -Cada cual entiende el bien a su manera. Cuando unos luchan por el bien, otros pueden verlo como una amenaza e identificarlo con el mal, y buscando el cielo surge el infierno. -Dijo el viejo profesor. 

  -Pero la lucha por el bien también ha producido todo lo bueno que tenemos y que somos. -Objetó el mismo alumno. El viejo profesor no quiso entrar en debates moralistas, ni dualistas, ni teológicos sobre el bien y el mal, pues no compartía esa visión. Consciente de la dificultad de eludir el moralismo y el dualismo, el viejo profesor tuvo que esforzarse mucho en encontrar las palabras adecuadas para que sus alumnos entendieran, el menos una parte de lo que quería decirles: 

  -No se necesita luchar en defensa del bien ni por el bien, pues en realidad el bien no es necesario. La Naturaleza nos da todo lo que necesitamos, solo se requiere que trabajemos para conseguir el alimento y las demás cosas que necesitamos para nuestra supervivencia, y si no queremos destruir el medio ambiente, sólo se requiere que mantengamos actitudes ecológicas. Por otra parte, el Hombre nace con una conciencia, es decir, con una capacidad para comprender lo más profundo, y para armonizar con lo comprendido, sólo se trata de desarrollar esa capacidad. Con esto el Hombre tiene lo que necesita para sobrevivir y para desarrollar todos los aspectos de su verdadera naturaleza. Por eso, no se necesita al bien. -Dijo el viejo profesor. 

  -Pero todo eso que dices no ha evitado que haya surgido el mal, todo eso no nos permite defendernos de quienes quieren hacernos daño, de quienes quieren oprimirnos, de quienes abusan de nosotros, etc. de eso sólo nos defiende el bien. -Argumentó el mismo alumno. 

  -Eso a lo que llamas y llaman el mal no es más que aquello que te obstaculiza o te impide conseguir un deseo. Eso a lo que llamas y llaman el bien, no es más que aquello que te facilita conseguir o te concede aquello que deseas. Lo que quiero decir es que el bien y el mal no existen, son sólo el producto de una visión de las cosas en la que los más importante es conseguir lo deseado, por eso, cuando el objetivo es la armonía cono el flujo natural de la vida, el bien ni existe ni es necesario, y en cuanto al mal, ni existe ni hay que combatirlo. -Dijo el viejo profesor. 

 -Par mí, eso que nos da lo necesario es el bien. -Dijo otra alumna.

 -Sin embargo, se trata de un bien que no viene acompañado de ningún mal, que no tiene contrario, por lo tanto no hay nada de lo que defenderse ni nada por lo que luchar, basta con trabajar para sobrevivir y con comprender y armonizar con lo comprendido y con la Naturaleza. Tenemos lo que necesitamos, y no es para estar orgullosos, sino para estar contentos, y para sentirnos libres por no tener que adorar, obedecer y temer a los dioses del bien, y por no tener que temer ni combatir contra las fuerzas del mal. No hay nada contra lo que combatir, nada por lo que luchar, todo es sólo cuestión de buscar la comprensión profunda y la armonía. -Concluyó el viejo profesor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario