lunes, 16 de septiembre de 2019
DOLOR, PLACER Y SABIDURÍA
El viejo profesor estaba paseando por el parque en compañía de Sofía, su mujer, la cual era psicóloga. Cuando iban en dirección a la terraza de un bar se les acercó un antiguo paciente de Sofía que les saludó con gran alegría y lleno de palabras de agradecimiento hacia Sofía. Tras los saludos y una corta charla, Sofía le dijo:
-Me alegro de que se sienta tan bien. Le veo muy activo, ¿A qué se dedica ahora?
-Ahora, gracias a usted, me dedico a disfrutar de la vida. -Y el antiguo paciente se despidió de ellos y continuó con su alegre paseo.
Sofía le explicó a su marido a su marido lo mal que se encontraba cuando fue por primera vez a su consulta, y sin darle ningún detalle sobre sus problemas, le dijo:
-Antes estaba obsesionado con su problema y con el dolor que le producía, no pensaba más que en eso, no tenía tiempo ni energías para nada más.
-Y ahora su vida gira exclusivamente en torno al placer, no parecen quedarle ni tiempo ni energías para otra cosa. -Dijo el viejo profesor.
-¿Qué quieres decir con eso? -Preguntó Sofía.
-Que entre el dolor y el placer, la mayoría de la gente no tiene tiempo para nada más, no tiene la sabiduría necesaria para liberarse de las cadenas de ambos, y así, la raíz del problema sigue intacta y el árbol sigue produciendo frutos amargos y estériles. -Respondió el viejo profesor.
-Pero hay gente que cuando no siente dolor se dedica a buscar soluciones para los problemas de la sociedad, de la Humanidad, e incluso a ponerlas en práctica. -Objetó Sofía.
-Todas las soluciones que se aplican son complejos artificios cuyo único objetivo es escapar del dolor y conseguir el placer, y para ello se recurre a la inteligencia para dominar a la Naturaleza y para conseguir que los ciudadanos crean determinadas cosas y se comporten de determinadas maneras, creencias y comportamientos que nunca son naturales y por lo tanto tampoco son sabios. Y así, podemos ver a gente como tu antiguo paciente que creen que son felices porque se han curado y pueden disfrutar de muchos placeres, pero la sociedad sigue enferma. -Dijo el viejo profesor.
-¿Y cómo crees que podría arreglarse el mundo? -Preguntó Sofía.
-El mundo está bien como es, el mundo es natural, no necesita soluciones ni arreglos, ni construir otro diferente, todo eso o empeora las cosas, o en el mejor de las casos las mejora ligeramente, pero las causas de los problemas siguen. Lo que realmente necesita la Humanidad es dejar que el mundo sea como es. En cuanto a la sociedad, nunca podrá arreglarse mientras no dejemos al mundo en paz. -Dijo el viejo profesor.
-Y los que intentáis escapar a la dinámica dominante, ¿Qué es lo que necesitáis? -Preguntó Sofía.
-Un tiempo y un espacio en el que no nos perturben los ruidos y las agitaciones, dolorosos y alegres, de la sociedad. Pero como vivimos en sociedad y no podemos evitar esas perturbaciones, lo que necesitamos es desarrollar la capacidad para soportarlas, y de momento se me ocurre que para soportarlas no sentemos en la terraza de ese bar a tomar una cerveza y a disfrutar de la cerveza, de que tengamos dinero par pagarla, de nuestra libertad interior, y del amor que sentimos el uno por el otro. -Contestó el viejo profesor.
Mientras tomaban la cerveza y se fijaban en como los demás clientes del bar disfrutaban alegremente de lo que tomaban y de sus charlas animadas, vieron pasar a un chico en silla de ruedas acompañado de su apenada madre, y vieron pasar a un anciano triste paseando a su perro. Ante esta visión Sofía dijo:
-El chico vive en nuestra calle, tuvo un accidente de tráfico, y al anciano también le conozco, fue profesor mío en la Universidad, creo que hace años que su mujer le abandonó y sus hijos no se interesan por él.
-Con la felicidad como Gran Diosa adorada por todos, quienes disfrutan de sus dones se olvidan de que es una Diosa cruel que exige grandes ofrendas en dolor. Con la sabiduría sacrificada a lo que hay que hacer para conseguir los dones de la Gran Diosa, la vida del Ser Humano se compone de situaciones como estas, de alternancias entre estos placeres y estos sufrimientos, y nadie percibe que ambos son el producto de la misma actitud, y todo el mundo sólo se dedica a evitar su dolor y a conseguir placer.
-Concluyó el viejo profesor, y su mujer le dio la razón.
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