jueves, 5 de septiembre de 2019

CUESTIONAR, CUESTIONARSE


   Se puede analizar y reflexionar mucho sobre cual es la verdadera naturaleza humana, sobre ética y sobre moral, sobre estructura de la psique humana, sobre los conceptos de la filosofía y de la religión, sobre la razón y las emociones, y sobre los conocimientos y las teorías de cualquier rama del saber experta en comportamiento humano, pero por muchas y muy bien documentadas argumentaciones que sean las conclusiones que se saquen, el comportamiento del individuo adulto y de los grupos sociales no se basa en tantos conceptos ni en tantas teorías, se basa simplemente en dos grandes principios: 

  * Los deseos de conseguir lo deseado, de que las cosas sean como se desean, de que el mundo sea un lugar hecho a la medida de cada individuo o de cada grupo social. 

 * Las creencias sobre como son las cosas. 

  Conseguir lo deseado no significa que lo deseado sea lo más adecuado, o lo necesario, o lo acertado, o lo que aporte la mejor o la más eficaz de las soluciones. En cuanto a las creencias, son eso, creencias, es decir, unas suposiciones de como es la realidad. Pero esto no se tiene en cuenta, o se desconoce, y así tampoco se cuestiona. 

  Pese a lo anterior, pese a la fragilidad y a la endeblez de aquello que no es cuestionado, el individuo y el grupo social, convencidos de estar en lo cierto, necesitados de estas en lo cierto, se dedican a buscar los medios para conseguir lo deseado, pero creen que necesitan algo más, y así se dedican a buscar justificaciones morales para sus deseos y para aquello que hacen a la hora de conseguirlos. Y también se dedican a buscar las pruebas de que las cosas son como ellos creen que son.

  Cuando la moral dominante no sirve para justificarse, entonces el individuo y el grupo social, buscan otras normas morales que les justifiquen plenamente, y buscan en cualquier corriente filosófica, en cualquier pensador, en cualquier aspecto de las religiones, y si ahí no encuentran las justificaciones morales que creen necesitar, pues ellos mismos las crean. 

   Las pruebas de que las cosas son como ellos creen que son se buscan en infinidad de cosas. Unas veces resulta fácil encontrar aspectos que sirvan de pruebas, otras es más complicado, pero siempre se encuentra un buen número de "pruebas" en diversos aspectos de la vida en sociedad, e incluso de la Naturaleza, y si no se encuentran, pues ellos mismos manipulan y fuerzan cualquier aspecto para que encaje en el conjunto de sus creencias, y si no, pues ellos mismos crean esas pruebas. 

   Pese a la fragilidad y a la endeblez de las justificaciones morales y de las pruebas, pero bien armados con ellas, el individuo y los grupos sociales, ya no se cuestionan nada y se dedican solamente a intentar conseguir sus deseos y a intentar imponer sus creencias a la sociedad, y si algo sale mal culpan a los demás y se justifican a sí mismos.

    Si el individuo y el grupo social realmente se cuestionaran la realidad y a sí mismos, lo primero que verían es que son como monos subidos en un gran árbol en el que también habitan otros muchos y diferentes monos, y se verían a sí mismos como arrogantes y chillones defendiendo agresivamente sus derechos sobre su rama y defendiendo que su rama es la mejor, la única verdadera, y así verían que esa no es la realidad, que la realidad de la vida y de sí mismos se halla detrás de ese ese árbol. Se halla detrás de los deseos y de las creencias. 

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