miércoles, 28 de agosto de 2019

EL PROFESOR


   Al viejo profesor de filosofía, sus compañeros y los alumnos le llamaban de varias maneras: Profesor Atípico, Profesor Enigmático,  Profesor Sorprendente, y otros nombres parecidos. Aquella mañana les estaba diciendo a sus alumnos: 

  -Existe el abarrotado camino de conseguir. 

 -Existe el solitario camino de comprender. 

 -Existe el sereno camino de dejar fluir lo natural. 

 -Existe el satisfactorio camino de compartir. 

   El viejo profesor calló, y tras unos instantes de reflexivo silencio, uno de los alumnos preguntó: 

  -¿Cuál es el mejor camino?

  El viejo profesor calló esperando más preguntas, y otro alumno preguntó: 

  -¿Cuál es el camino más inteligente?

  -¿Cuales son los caminos que hay evitar? -Preguntó un tercero, y un cuarto preguntó:

  -¿Cuál es el camino más sabio?

  Como ya no hubo más preguntas, el viejo profesor les dijo: 

  -Yo no doy respuestas, yo sólo os muestro encrucijadas, por eso me llaman y me llamáis de tantas maneras. 

  -Pero eso es crear confusión. -Argumentó otro alumno. 

 -La sabiduría sólo surge de las encrucijadas. Yo he andado todos esos caminos y aún no soy sabio, pero empiezo a ser consciente, y eso es lo que os quiero enseñar. Yo dibujo mapas, pero el camino lo tenéis que andar vosotros. Yo sé mucho de la filosofía que han desarrollado otros filósofos, pero vosotros tendréis que aprender de la vida, y lo haréis cuando comprendáis hacia donde se dirige cada camino. Pero todos lleváis dentro la mejor brújula, buscadla y usadla. 

  -¿Por qué cada persona prefiere unos caminos y rechaza los otros? -Preguntó otro alumno. 

  -Para esa pregunta tampoco tengo respuesta, sólo veo que existen personas con diferentes niveles de conciencia, pero entonces surge la pregunta de por qué existe tantos niveles diferentes de conciencia, y así podríamos continuar atados a la cadena de las respuestas que no paran de generar nuevas preguntas, y donde la falta de comprensión real se substituye por el ingenio filosófico o por todo tipo de creencias. Por eso, tras plantearse las preguntas hay que dejar que surjan las respuestas, lo harán cuando hayan madurado en la serenidad y en la soledad de nuestro interior, y si no dejas de preguntar y de preguntarte, los ruidos y las agitaciones de tantas preguntas no te dejarán escuchar las respuestas, y al no escucharlas en tu interior, al no poder verlas en lo que el Universo te muestra, te perderás en los laberintos de los libros de filosofía o en los mundos fantásticos imaginados por las diferentes creencias. 
 -Concluyó el viejo profesor. 

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