lunes, 19 de agosto de 2019

EL BOSQUE DE LA SABIDURÍA


   Hace ya mucho tiempo, en un bosque un pajarillo empezó a cantar la sabiduría del Universo, y poco a poco otros pájaros iban a verlo, y poco a poco iban aprendiendo a cantar, cada uno según su voz, el canto sabio. Los dioses del lugar, preocupados porque el pajarillo les arrebatara la exclusiva de ser los portavoces de la sabiduría se reunieron, y uno de ellos propuso: 

  -Hay que acallar al pajarillo. 

  Más una diosa les dijo: 

 -Acallarlo es muy fácil, yo misma puedo matarlo con mis rayos, ¿Pero podremos acallar a todos los pajarillos de todos los bosques? Además, seguro que los hombres nos les hacen ningún caso. 

  Ante estos argumentos de la diosa, los dioses permitieron al pajarillo seguir cantando pero incrementaron sus contactos con los hombres y les mostraron nuevos prodigios para que estos les siguieran adorando y obedeciendo. 

  Se confirmaron los pronósticos de la diosa, los pájaros siguieron cantando, y los hombres pasaban, los escuchaban, pero seguían centrados en sus afanes diarios y en buscar la ayuda de los dioses, y nadie hacia caso al canto de los pájaros. 

  El tiempo siguió pasando, y un día, un caminante solitario se puso a escuchar los sabios cantos, los aprendió y los tradujo en sabias palabras. Los dioses del lugar se volvieron a preocupar y de nuevo se reunieron en asamblea, y uno propuso: 

  -Hay que acallar al sabio. 

  Pero la misma diosa replicó: 

  -Acallarlo es muy fácil, yo misma puedo fulminarlo con un rayo, yo misma puedo hacer con mi magia que los hombres le tomen por un loco, además, no podemos acallar a todos los pájaros de todos los bosques. 

  Y de nuevo, estos argumentos disuadieron a todos los dioses para no acallar al sabio, y los dioses incrementaron sus actos prodigiosos ante los hombres, y el sabio, ante esa competencia, sólo conseguía un pequeño número de discípulos, pues los hombres seguían centrados en sus afanes diarios y en buscar la ayuda de unos dioses que obraban tantos prodigios. 

    Pasó el tiempo, llegaron nuevos dioses, y también llegó un sólo Dios, pero lo pájaros siguieron con su canto sabio, y en el bosque aparecieron nuevos sabios solitarios, pero los sacerdotes del nuevo Dios sabían que no podían acallar a todos los pájaros de todos los bosques, y sabían que los hombres preferían buscar su ayuda que seguir el camino de aquellos sabios.

   Siguió pasando el tiempo y los hombres adoptaron la creencia de que el progreso creado por la razón, la inteligencia, la ciencia y la tecnología, envuelto en una liturgia de placeres y de emociones, eran la mejor ayuda para sus afanes diarios, la mejor vía para conseguir los dones de la nueva diosa, la Felicidad. Y los sacerdotes de la nueva religión tampoco se preocuparon ni de los pájaros ni de los pocos sabios, sólo se ocuparon de ofrecer nuevos prodigios a los hombres, y como en el pasado, eso sigue funcionando. Pero los pájaros siguen cantando, y algunos caminantes solitarios, siguen escuchando y aprendiendo. 

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