Cuando vemos a la Naturaleza sin ninguna intención de dominarla o de usarla en nuestro provecho, cuando queremos aprender de ella pero sin querer verla como la ve la ciencia, o la magia o la religión, entonces, a medida que nos relacionamos con Ella se da en nosotros la siguiente situación:
Aunque sabemos que se rige por unas layes eterna e inmutables, aunque se rige por oleadas y por ciclos, nos dejamos de descubrir cosas nuevas.
Cuando no pretendemos que sea diferente a como es, y sobre todo, cuando le atribuimos características morales, cada cosa que descubrimos es una sabiduría sencilla, sin conceptos, intuitiva, que nos acerca un poco más hacia la armonía con el Universo y con nuestra verdadera esencia.
¿Para qué darle tantas vueltas a los conceptos creados por la moralidad y por la inteligencia si tenemos como maestra a la Naturaleza?
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