El ego al desnudo.
El ego en su pedestal.
El ego, como el centro del mundo y como el rey del mundo.
Éstos propósitos se ven embellecidos, disfrazados, disimulados, justificados, por ellos mismos, y por las necesidades, por los miedos, por los derechos, por la moralidad, por las creencias, así como con el victimismo, con las hipocresías, con las vanidades, con las arrogancias.
La conciencia no tiene propósitos, y por ello ni se embellece, ni se disfraza, ni disimula, ni se justifica, pues la conciencia se guía por el flujo natural del Universo.
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