En primavera, la rama verde de la zarza nos ofrece los placeres de sus hojas verdes y de sus flores. En veranos nos ofrece la dulzura de sus bayas maduras. Cuando esos placeres no nos bastan, debajo de sus sus hojas, los pinchos nos aguardan.
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Cuando los placeres naturales que la vida nos da y los placeres sencillos nos resultan suficientes, en nuestras vidas aparecen pocas situaciones dolorosas, y la gran mayoría de las que aparecen son poco intensas, con lo cual nuestra vida es bastante serena, y así podemos cultivar las posibildidades que la serenidad y nuestro mundo interior nos ofrecen.
Cuando esos placeres no nos bastan y buscamos placeres más intensos, o más refinados, o más continuados, varios de esos placeres los vamos consiguiendo, pero cada vez se nos van presentando más situaciones dolorosas, y así pronto nuestra vida se vuelve más agitada, más complicada, más incierta, y con menos libertad, menos sabiduría y menos armonía.
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