Toda flor nace de un impulso,
toda semilla es un potencial.
Lección que nos da el diente de león.
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Todos nacemos con unos impulsos y con unos potenciales. Junto a ésto, nuestras capacidades y las circunstancias nos dan más o menos posibilidades.
Nadie se halla satisfecho ni se siente pleno, nadie puede vivir conforme a lo que es, si no hace caso a sus impulsos y si no cultiva y desarrolla sus potenciales. Todo ésto presenta dificultades, y requiere energías, esfuerzos, capacidades, correr riesgos, y trae dolor, con lo cual, muchas veces buscamos otros objetivos más fáciles de conseguir, o bien objetivos altamente valorados por la sociedad. Así, estamos sometidos a la tensión entre lo que realmente somos, y lo que creemos que nos causará menos dolor y nos dará más placeres y satisfacciones.
Las consecuencias de ésta tensión son las que cada cual experimenta en sí mismo, las que experimentan los demás, y las que marcan el ritmo de nuestra sociedad actual.
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