Todas las cosas, todos los fenómenos, todos los aspectos de la vida del Hombre, transcurren formando parte del flujo del Universo, en el que todo se relaciona con todo, en el que se producen diversos ciclos, y como hay movimiento surge el tiempo, el cual además se necesita para que todo ocurra.
Ante lo que va trayendo ese flujo, son muchos los que a veces creen que están ante ayudas, y otras veces creen que están ante adversidades. Para éstos creyentes, el flujo del Universo está gobernado por una o por varias inteligencias sobrenaturales que tienen propósitos para el Hombre, e incluso para cada individuo, y sobre las que el Hombre y el individuo pueden influir para conseguir que se muestren benéficas o les protejan de las adversas.
Para quienes no tienen esas creencias, el flujo del Universo (al margen de si es visto como azaroso, caótico, o como un orden), es NATURAL, y no tiene inteligencia ni propósitos, pero nos da todo lo que necesitamos. Ante éste flujo, cada individuo tiene que aprender a conseguir por sí mismo, (o con la ayuda de sus semejantes y de los demás seres vivos), a través de sus capacidades. Y tiene que aprender, que tanto lo que busca, como los medios que usa para encontrarlo, unas veces esclavizan y producen dolor, y otras veces liberan y producen armonía.
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