Cuando ésta belleza da lugar al amor natural y espontáneo, éstas imágenes nos producen armonía.
Cuando ésta belleza es vista como un deseo más, el amor por ella se convierte en una visión dualista de la que surgen odios y conflictos.
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El amor por las fuentes de placer y de satisfacción es dualista, y así, cuando algo nos produce miedo a perderlas o cuando las perdemos, sentimos dolor, y el dolor nos produce odio y deseos de lucha para acabar con esos dos grandes aspectos. Pero al luchar surgen conflictos, y con ellos las diversas fuentes de sufrimiento y las diversas formas de destrucción.
Otro aspecto destacado de éste tipo de amor es que se convierte en un deseo más, de tal manera que con frecuencia se pretenden poseer, dominar y controlar las fuentes de placer y de satisfacción, y así, con frecuencia surgen las luchas y los conflictos, y esto sucede incluso cuando esas fuentes son personas y otros seres vivos.
En todos los conflictos relacionados con el amor por las fuentes de placer y de satisfacción, como en el caso de los demás conflictos, el Hombre sólo ha encontrado como medio de reducirlos, y de disminuir el daño y el dolor, el uso de la fuerza, así como la moralidad y las leyes.
Eso sí, ha encontrado infinidad de argumentos para justificar ese tipo de amor, así como para justificar los medios a los que recurre para conseguir sus placeres y satisfacciones.
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