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Cuando nos dominan las creencias, las esperanzas y las ilusiones, recurrimos a las estrategias inspiradas en tres arquetipos humanos: El guerrero, el comerciante, el seductor.
*El guerrero nos proporciona inteligencia y fuerza.
*El comerciante nos proporciona lo deseado a través del intercambio.
*El seductor convence a los demás de que lo mejor es lo que a él le conviene.
Dependiendo de cada situación y de nuestras creencias y capacidades, nos convertimos en uno o en otro de ellos, intentando imponer, y a veces imponiendo, nuestro poder y nuestras condiciones a los demás, y otras veces recurrimos a su ayuda sometiéndonos a ellos, y todo lo hacemos con el objetivo triple de conseguir lo que creemos necesario, lo deseado, y de que ambas cosas nos resulten suficientes.
Cuando no hallamos lo suficiente a través de uno de ellos, recurrimos a los otros, pero cuando lo suficiente no llega, se agotan las estrategias, pero entonces nos queda la sencillez, la serenidad, las comprensiones, las intuiciones, la receptividad ante lo que la conciencia nos muestra y ante lo que nos ofrece la Naturaleza, y todo ello se desarrolla mejor en soledad.
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