Las esperanzas son una de las armas con las que combatimos a los miedos. Cuando nos limitamos a esperar a que ocurra lo deseado nos alejamos de la aceptación del flujo natural. Cuando pasamos a la acción para conseguir lo deseado, casi siempre forzamos el curso natural, y además, creamos conflictos con los demás. Y sin embargo, por más que consiguiendo lo deseado venzamos temporalmente a nuestros miedos, no arrancamos las raíces del miedo, y con frecuencia creamos conflictos que tienen el poder de producirnos miedo.
A veces conseguimos éxitos, y eso nos produce placeres y satisfacciones, y además nos afirma en las estrategias utilizadas para conseguirlos. Pero eso nos ata a nuestras esperanzas y a las estrategias, y no sólo nos hace dependientes de los éxitos, sino que además aumenta nuestra rigidez. Sin embargo, la realidad es cambiante y frente a ella las dependencias y las rigideces nos producen fracasos, los cuales, al igual que los éxitos, nunca nos salen gratis.
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