En principio nuestros fracasos y pérdidas nos resultan dolorosos y nos causan frustraciones, además de producirnos tristezas y reducir nuestras energías, nuestros impulsos, y nuestra autoestima.
Pero a veces surgen nuevas esperanzas, se buscan nuevos objetivos, y ante ellos se pueden encontrar nuevas motivaciones y nuevas energías y seguir luchando contra las dificultades y por alcanzar los sueños.
Y está la actitud serena y profunda de liberarse de las culpas y de las justificaciones, y utilizar los fracasos y las pérdidas para sacar conclusiones libres y sabias sobre nuestras creencias y sobre la orientación de nuestra vida.
Recordemos que sólo fracasa
el que quiere conseguir algo,
y sólo pierde el que lucha.
El que busca la armonía,
se acerca más o menos a ella,
se encuentra con más o menos dificultades,
pero ni fracasa ni pierde.
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