El inteligente no cree que en soledad pueda conseguir ninguno de los deseos que más le importan, pues lo que a él más le importa sólo está en el exterior y eso sólo lo puede obtener a través de las personas.
Así, la soledad es pocas veces deseada y además la mayoría de las veces le resulta dolorosa, y de ésta manera se mantiene alejado de los caminos espirituales. Y es éste alejamiento el que hace que lo que consige sólo le resulte suficiente durante un tiempo, y además, sus creencias y su agitación no le permiten comprender el por qué de ésta insuficiencia.
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