En una sociedad tan artificial y tan compleja como la nuestra, vivir una vida totalmente sencilla es casi imposible, pues son muchas las presiones del artificio y de la complejidad, muchas nuestras dependencias, y muchas las relaciones con su enorme variedad.
Sin embargo, podemos ir reduciendo la complejidad de nuestros pensamientos, bastarnos cada vez con menos cosas, y conseguir que nuestros comportamientos sean más sencillos que los anteriores.
Por otra parte, la sencillez es el primer paso hacia la serenidad, y la serenidad es la base común para los demás aspectos de la espiritualidad.
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