La inteligencia se ve estimulada por las necesidades y por las esperanzas puestas en los éxitos y en las victorias. Cuando el inteligente consigue sus objetivos se atribuye todos los méritos, muchas veces se los reconocen los demás, y debido a ésto, las satisfacciones que obtiene siendo valorado y destacando sobre los demás, le llevan a sentirse vanidoso y arrogante, y así, el inteligente sólo se muestra humilde cuando fracasa, o cuando cree que la humildad es la mejor estrategia para conseguir aquello que busca, pues en nuestra sociedad mucha gente admira a la humildad de los demás ya que ven al humilde como alguien que le exige o les pide poco, o le ven como pacífico e inofensivo, y como alguien que ofrece poca oposición a los deseos de los demás.
La humildad es una virtud que sólo el sabio valora en sí mismo.
Los que no somos sabios, sólo la valoramos en los demás, y sólo cuando sacamos provecho de ella.
Pero aunque apreciemos al humilde, nos sentimos superiores a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario