Cuando las creencias tienen poco peso y los deseos son sencillos, las emociones y los pensamientos también son sencillos, y sólo entonces nuestra serenidad es grandes y nuestras intuiciones son abundantes.
Cuando la sencillez no nos basta, los deseos y las creencias son complejos, y también lo son las emociones y los pensamientos, y toda ésta complejidad, al reducir nuestra libertad y nuestra sabiduría, nos hace más propensos a los conflictos.
Ante los conflictos, ser considerados y generosos, reduce su intensidad y por lo tanto sus daños y sufrimientos. Pero el ego humano siempre busca la victoria y acepta mal las derrotas, y por ello es un gran estratega que no tiene en cuenta ésto, pero para ello necesita poder.
Cuando al hacer uso del poder no controlamos a nadie, entonces somos libres y dejamos libres a los demás, pero aunque conseguimos lo necesario, no conseguimos lo deseado. Y aquí es donde podemos aceptar los resultados, o seguir luchando hasta saciarnos.
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