Al tener deseos, el ego llama el Bien a todo lo que le facilita conseguirlos.
A aquello que le dificulta conseguir lo deseado, lo llama el Mal.
Y como el ego lucha para que las facilidades venzan a las dificultades, establece una moralidad consistente en que el Bien derrote al Mal.
Unas veces son má fuertes los deseos. Otras veces lo es la moralidad. Y frecuentemente el ego establece una negociación entre sus deseos y su moralidad, y muchas veces se produce el acuerdo.
A veces el ego se enfrenta a una tensión entre conseguir sus deseos y la moralidad de la sociedad. Y así, tiene que elegir entre conseguir lo que desea, y las esperanzas de ser premiado por ser bueno, y los riesgos de ser castigados por ser malo.
Así, las complejidades éticas y morales, aunque sólo son creencias, perturban a la razón y a las emociones, y dificultan la percepción de lo que nos muestra la conciencia.
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