Ni el creyente ni el confuso siguen su propio camino. El creyente porque se basa en externas esperanzas, y el confuso porque no encuentra dentro lo que merezca su confianza.
El que sigue su propio camino, es receptivo a las huellas y a las energías que han dejado otros caminantes. Pero ni pisa donde ha pisado otro, ni imita, ni va detrás de otro. Sólo sigue el camino que encuentra en su interior, y el que mejor se adapta a sus pies.
El que así encuentra su propio camino, no es pastor ni salvador de nadie, sólo deja sus huellas y sus energías a la libre disposición de todos.
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