Cada ego, situado en la cima de sus argumentos, debatiendo, rebatiendo, intentando convencer al mundo entero.
Toda idea, toda creencia, se puede debatir y se puede rebatir.
Toda idea, toda creencia, convence a unos y no convence a otros, pero quienes las defienden pretenden convencer a todos.
Los egos, con diferentes intenciones y argumentos, muestran las virtudes de debatir, las necesidades de rebatir, las bondades con las que quieren convencer.
Pero frente a los egos están los diferentes niveles de conciencia a los que nadie sabe como elevar. Y cuando se elevan, no lo hacen impulsados por las conclusiones sacadas en ningún debate, ni por ninguno de los argumentos del que rebate, ni por ninguna buena intención, ni por ningún comportamiento del que quiere convencer.
Cada nivel de conciencia se debate y se rebate a sí mismo con sus propias ideas y creencias, y con su propia luz se va liberando de ellas, y así va hallando su propio camino.
Todo ésto también son palabras, pero para debatir, ni para rebatir, ni para convencer, sino para mi propia comprensión, y como tienen alas y les gusta el vuelo, las lanzo al viento.
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