Unas veces las ilusiones y las creencias se las crea el propio individuo y otras veces las adopta de los demás, en especial de las personas con carisma, con poder, o bien las adopta de personas a las que admira, ama o confía en ellas.
Cuando se mira serenamente se ve que realidad sólo puede haber una, y entonces cada creyente cree que sólo su creencia es la verdadera y que las demás son falsas, lo cual equivale a decir que son mentiras. Hay quienes dudan, o quienes dicen dudar, pero en realidad todo el mundo se agarra a sus creencias hasta que determinadas circunstancias le hacen cambiar de creencias, y sólo unos pocos ven la realidad que puede conocerse tal y como y la aceptan.
En las relaciones sociales, el mentiroso sabe que está mintiendo, y el manipulador sabe que está manipulando. Sin embargo, sus mentiras y manipulaciones siempre se basan en la verdad que creen conocer sobre los demás, pues para que una mentira resulte creíble o bien para la aceptemos como una verdad o como algo bueno, el que miente y el que manipula necesitan conocer las creencias de aquellos a los que mienten o manipulan. Si el mentiroso y el manipulador tienen éxito, esto se debe tanto a su inteligencia como al hecho de que aquello que creen conocer sobre sus víctimas es cierto. Es decir, se nos miente sobre la base de nuestras propias creencias erróneas sobre la realidad, pues a quien conoce la realidad sobre algo y la acepta plenamente, no se le puede mentir.
La realidad siempre se impone y le pasa factura dolorosa a todo aquel que no la acepta, a todo aquel que se deja llevar por sus creencias erróneas, por sus ilusiones. Así, la realidad le pasa factura por igual al mentiroso y al que se deja engañar por el mentiroso, pues tanto el mentiroso como sus víctimas se dejan llevar por creencias erróneas sobre la realidad. El mentiroso consigue unas cosas, el honesto consigue otras, el que acepta la realidad consigue otras, y así el individuo se encuentra con la cuestión de qué es lo que tiene más valor para él.
Estas palabras contienen unas reflexiones, pero no contienen una solución fácil de llevar a cabo, pues por más consejos sabios que recibamos, lo único que nos libera de nuestros problemas y de nuestro sufrimiento es nuestra capacidad para comprender la realidad y para aceptarla, y esa capacidad tenemos que desarrollarla por nosotros mismos.
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