Para causar daño a la Naturaleza hay que tener poder. En estos momentos ese poder proviene del desarrollo tecnológico y de una población mayor qu que nunca y que no para de crecer. Estos dos aspectos facilitan y causan el aumento del consumo, y son todos los aspectos relacionados con ese enorme consumo los que causan la destrucción medioambiental.
En el ámbito de lo social, para causar daño a los demás, para cometer injusticias y crueldades, hay que tener poder. El poder proviene de unas relaciones complejas entre los poderosos y los sometidos, unas relaciones en las cuales cada cual tiene su propia responsabilidad, pues cada uno contribuye a esas relaciones con sus diferentes actitudes, esperanzas y creencias.
En el ámbito de las relaciones personales, para causar daño hay que tener poder, y el poder lo tiene todo aquel que tiene algo que los demás necesitan o desean. ¿Por qué queremos someter a los demás a nuestro poder? ¿Por qué necesitamos o deseamos lo que otros pueden darnos?
Así, el dañar no tiene como causa primera ni última ni la maldad, ni la inmoralidad, sino la necesidad y el deseo. Por lo tanto es en la necesidad y en el deseo donde debemos explorar, una exploración que para que culmine con sabiduría, una de las cosas que necesita es verse libre de visiones moralistas sobre la realidad de las cosas.
Vistas las causas de los daños, queda por ver cual es la mejor alternativa a esas causas, pero esa alternativa nunca evitará los daños mientras el Hombre vea la realidad como algo basado en relaciones de poder.
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