Cuando se mira hacia las ilusiones, se le da la espalda a la realidad.
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Frente a la adversidad, frente a lo que no puede controlar, el Hombre prefiere los placeres y las satisfacciones que le producen las ilusiones que aceptar el curso natural de las cosas. Y así, puesto todo el empeño en las ilusiones, la liberación, a falta de energía y de sabiduría, no se alcanza, y al dolor del curso natural hay que añadirle el dolor producido por la dureza de las fantasías a las que Hombre actual llama realidad.
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