Nuestra sociedad está fraccionada en multitud de grupos humanos de muy diversos tipos. Cada grupo presiona a los demás grupos y a todos los individuos a través de sus exigencias, y lo hace recurriendo a unos muy bien elaborados argumentos en los que tienen muchísimo más peso los derechos que los deberes.
Cuando el individuo combate directamente a los grupos, el individuo siempre pierde.
Cuando el individuo se resiste a las presiones de los grupos, a veces resiste y a veces no resiste, pero siempre resulta más o menos perturbado y desequilibrado.
Pero el individuo también presiona y exige a otros individuos, y lo hace usando los mismos argumentos que los grupos.
Cuando los individuos se enfrentan entre sí, unos vencen y otros son vencidos, pero todos ellos resultan más o menos perturbados y desequilibrados.
Cuando alguien pide una recompensa por ceder a las exigencias, nunca recibe todo lo que espera.
¿Cómo alejarse de ésta dinámica, como liberarse de ella?
No basta con obtener las respuestas, también hay que aceptarlas y guiarse por ellas.
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