En las relaciones sociales, las normas las imponen los poderosos y todos aquellos que, en mayor o menor medida, les dan su apoyo, que suelen ser la mayoría social.
Las normas se ponen con dos intenciones:
*Defender los intereses de quienes las imponen.
*Evitar o reducir los daños y el dolor producidos por la consecución de lo deseado.
Unas contienen más libertades y más justicias que otras, pero no resultan ni libres ni justas para todos, pues cada cual tiene sus propios miedos, sus propios deseos y sus propias creencias.
Cuanto más alto es el cumplimiento de las normas, más estable es la sociedad, y viceversa.
Cuando más estable es la sociedad, más estables son los individuos, y viceversa.
Cuando el individuo se pone normas a sí mismo, unas veces lo hace para conseguir lo deseado, otras veces para evitar lo temido, y otras veces llevado por sus creencias, pero nunca puede evitar la agitación interior debida a la lucha entre el deseo y la comprensión.
Sólo los sabios alcanzar la estabilidad, la cual les libera de las normas. Los demás nunca alcanzamos el control que deseamos, ni de nosotros mismos ni de los demás, y por ello estamos en tensión, en evolución y caminando.
Reflexionando sobre lo social y lo individual, también se pueden poner las bases hacia lo natural, hacia lo universal, hacia los trascendental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario