No importa cual sea el grado de certeza o de error que contengan las ideas de aquel que no está de acuerdo con las creencias dominantes, pues la mayoría siempre rechazará sus ideas, y así, por parte de esa mayoría será más o menos despreciado, hostilizado, e incluso odiado. Y por mucho que se esfuerce demostrando y argumentando, no podrá hacer cambiar de visión ni de actitudes a la mayoría dominante.
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Lo verdadero, sólo lo comprende y lo acepta por sí sólo cada individuo.
Lo falso se vende y se compra continuamente en todos los mercados.
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Verdadero....Bueno....Placentero....Amado.
Falso............Malo......Doloroso........Odiado.
Ésta es la visión rígida y simplista del dualismo moralista. Sin embargo, a las personas para las que lo más importante es conseguir lo deseado, la realidad les resulta muy diversa y muy compleja:
*Lo verdadero, con lo falso ante sus ojos aparece mezclado, y sólo cuando les resulta placentero es bueno y es amado. Cuando les resulta doloroso, es visto como malo y es odiado.
*Lo falso, cuando aparece disfrazado de placentero es visto como bueno y es amado. Y sólo cuando aparece desnudo y resulta doloroso, es visto como malo y es odiado.
Las personas intuitivas, libres y sabias, no se enredan en rígidos dualismos moralistas, sólo se atienen a lo natural y a las formas sencillas y flexibles de aceptarlo.
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