-¿Maestro, qué opinas de lo desconocido? -Preguntó una discípula.
-Una de las maneras de ver lo desconocido es que se trata de aquello que da pie a las creencias, a los miedos, a las especulaciones, a los mitos, a las fantasías, a las ilusiones....
-¿Hay otras maneras de ver lo desconocido?
-Preguntó la misma discípula.
-Sí, hay otras maneras, entre las cuales están la curiosidad y la receptividad, las cuales permiten que lo conocido sea cada vez mayor y lo desconocido sea cada vez mas pequeño. -Contestó el Maestro.
La discípula, llena de sana curiosidad y de receptividad, hizo otra pregunta:
-¿Qué opinas de lo conocido?
-Cuando comprendemos diferentes aspectos de lo conocido, esa comprensión nos permite ir conociendo cada vez más cosas que antes nos resultaban desconocidas, pues lo conocido y lo desconocido siempre están relacionados. De esta manera sencilla es como vamos aprendiendo y comprendiendo, es decir, es como vamos haciendo el camino de nuestra vida. La sencillez es el único remedio para no perdernos enloso laberintos, para no caer en los abismos y en los espejismos de todos los mundos que la no aceptación de lo natural conocido crea a partir de lo desconocido.
-Respondió el Maestro y guardó silencio.
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