Flexibles ante su propio peso,
las plantas se doblan hacia el suelo.
No renuncias ni se rinden,
se dirigen hacia sus raíces.
La persona que lucha por su propio cielo
lo hace con fuerza, inteligencia y acero.
Llevada de su empeño, no se dobla ni desiste,
y por ello, el peso de sus sueños la rompe
y la rinde.
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