Entre el árbol y el metal, entre la luz del sol y la eléctrica, la urraca sabe distinguir. A lo natural lo acepta, a lo artificial lo soporta y lo aprovecha.
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-¿Maestro, qué nos puedes decir sobre aquello que conocemos y aquello que creemos? -Preguntó una discípula.
-Que existen dos dificultades. La primera es distinguir entre lo que conocemos del flujo natural y lo que creemos sobre los diferentes aspectos de la vida. La segunda es aceptar lo que conocemos del flujo natural. La no aceptación del flujo natural siempre nos lleva a desarrollar diferentes creencias sobre la vida, y al ser creencias nunca reflejan toda la realidad y con frecuencia reflejan realidades distorsionadas. -Contestó el Maestro.
-¿Cómo podemos superar esas dos dificultades?
-Volvió a preguntar la misma discípula.
-Podemos conocer lo que nos han dejado las diferentes sabidurías, podemos tener muchos mapas, muchas brújulas, muchas estrellas, pero el camino lo tiene que andar cada uno por sí mismo como él entienda mejor. -Contestó el Maestro y guardó silencio.
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