Cuanto más fuertes son nuestros deseos, mayor es nuestra ceguera ante todo lo que nos rodea y ante todo lo que somos. Cuando nuestros deseos alcanzan cierta intensidad dentro de nosotros se dan las siguientes actitudes:
*Pretendemos que todo gire en torno a nuestros deseos, con lo cual no podemos ver que no somos el centro del mundo, sino solamente una parte más del mismo.
*Vemos y juzgamos a las personas solamente en función de cual es su actitud respecto a nuestros deseos.
*Y vemos a los seres vivos y a las cosas solamente en función de cuales son las posibilidades y los obstáculos que nos presentan a la hora de conseguir nuestros deseos.
De ésta manera no podemos comprender al mundo, ni a las personas, ni a los seres vivos, ni a las cosas.
Sin ésta comprensión es posible conseguir muchos deseos, pero lo conseguido no nos resultará suficiente, pues lo impedirán todas las consecuencias derivadas de conseguirlos.
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