Todos tenemos la mayor o menor necesidad de relacionarnos con los demás. Todos buscamos conseguir cosas a través de nuestras relaciones con los demás.
Sea cual sea la importancia que le demos a las relaciones con los demás, sean cuales sean las relaciones que mantengamos con los demás, todas ellas se basan en unas estrategias elaboradas por el ego con la ayuda de la inteligencia.
Todas nuestras relaciones con los demás nos producen emociones, unas son placenteras, otras son dolorosas, todas ellas nos agitan en mayor o menor medida.
Frente a lo anterior, el cultivo y el desarrollo de la espiritualidad requiere soledad, serenidad, e ir apagando al ego.
Ésta es la tensión en la que vive cualquier persona que siga conscientemente un camino espiritual, (Y quien no lo sigue conscientemente lo hace inconscientemente), una tensión que nos lleva a buscar estrategias, una búsqueda que también nos agita, pero a la vez produce una energía transformadora de nuestro interior, transformación que nos permite dar pasos hacia adelante en nuestro camino espiritual.
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