Los sentimientos que nos resultan dolorosos son como montañas en un horizonte que siempre queremos que sea llano, y como nubes en un cielo que siempre queremos que sea azul.
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Nuestros sentimientos tienen su origen en los siguientes aspectos:
*Nuestras necesidades y deseos.
*Nuestras percepciones.
*Nuestras creencias.
*Nuestros aspectos sin resolver procedentes del pasado.
Comprender todos éstos aspectos y tomar actitudes armónicas frente a ellos, requiere mucho tiempo, pero nuestros sentimientos se nos presentan cada momento, y ante los que nos resultan dolorosos queremos soluciones eficaces cuyos efectos sean rápidos. Ante ésto se nos dice, o se nos vende, o creemos, que hemos de aprender a gestionar nuestros sentimientos, o bien a afrontarlos, o bien a aceptarlos. Sin embargo, eso requiere más tiempo del que estamos dispuestos a soportar los sentimientos dolorosos.
Por lo tanto, seguimos viviendo agitados por nuestras búsquedas de maneras eficaces y rápidas de liberarnos de los sentimientos que nos resultan dolorosos y de conseguir los que nos resultan placenteros, y ésta agitación dificulta que podamos guiarnos por nuestras intuciones, por la conciencia, y que dejemos que el tiempo haga su labor.
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