En la mayoría de los seres vivos, la mayoría de las veces, sus deseos se centran en sus necesidades. En este sentido el Hombre es una gran excepción, pues en la mayoría de las personas, la mayoría de las veces, sus deseos no se centran en sus necesidades, aunque el Hombre suele llamar necesidades a la gran mayoría de sus deseos. Así, cuando sus deseos alcanzan cierto grado de intensidad, siempre los considera necesidades.
Cada individuo tiene su propia lista de necesidades, pero en ella siempre deberían haber algunas cosas que aprender y algunas cosas de las que liberarse, pues sin aprenderlas y sin liberarse de ellas no hay manera de acabar con el dolor ni de encontrar las satisfacciones que nos serenan y alegran, facilitándonos así la sabiduría, la libertad y el camino espiritual.
Cada uno tiene su propia lista de deseos con los que espera conseguir placeres y satisfacciones y vencer al dolor. Respecto a las necesidades, éstos deseos se pueden engloblar en dos grandes grupos: Los que coinciden con nuestas necesidades y los que no coinciden con ellas.
Cada uno de estos dos tipos de deseos tiene sus propias consecuencias, y a nuestra sabiduría y a nuestra libertad les corresponde saber cuales son. También a ellas les corresponde saber las diversas reacciones que se producen en nosotros cuando relacionamos con cada uno de estos dos tipos de deseos. Lo que ellas comprendan siempre nos resultará de más utilidad para nuestro camino espiritual que las diversas visiones ajenas que podamos encontrar.
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