Sabio es aquel que comprende la realidad de las cosas y vive, sereno y alegre, en armonía consigo mismo y con lo que le rodea. Los demás creemos saber, y a veces nos atamos a lo poco que sabemos.
Para quienes no somos sabios, el valor de las cosas depende de la utilidad que les encontramos, pues cuando conseguimos algo que buscamos siempre recibimos un premio en placeres y en satisfacciones.
Quien siente aprecio por la sabiduría, el premio empieza a recibirlo con los placeres y las satisfacciones que encuentra al buscarla. El premio se hace mayor cada que aumenta su sabiduría, y siendo siendo premiado cuando la ve y cuando la tiene presente.
A los que no somos sabios, el mayor valor posible se nos presenta en la forma en la que utilizamos lo que creemos que es sabio, para orientar y para vivir nuestra vida.
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