Los deseos de bienes y de placeres materiales, así como los deseos de ser amados y admirados, son lo que más involucran a los demás, tanto porque los demás nos pueden facilitar nuestros deseos, como porque los demás pueden ser el principal obstáculo para conseguirlos, y cuando los demás están involucrados es cuando nuestro ego es más fuerte, pues es nuestro ego el que tiene que luchar, el que se arriesga, y el que se esfuerza para conseguir lo deseado, y para todo ello necesitamos tener un ego fuerte.
Los anteriores deseos reflejan unas necesidades y unas creencias. Hay otros deseos que obedescen a necesidades diferentes, a visiones diferentes de la vida, y donde el ego juega un papel menor, y donde notamos más la presencia de nuestra conciencia. ¿Cuáles son? ¿Qué hacemos para conseguirlos?
Cuando no conseguimos lo deseado, es el ego el que siente la frustración, la cual es siempre proporcioal a las esperanzas puestas en la consecución de lo deseado.
La frustración nos duele, y cuando no soportamos ese dolor, o cuando no alcanzamos un cierto grado de aceptación de la frustración, el deseo de acabar con el dolor producido por la frustración nos lleva muchas veces a hacer cosas que dañan a los demás. Frente a eso, la sociedad opone la moralidad y las leyes, pero como la sociedad se basa en la lucha por conseguir los deseos, nunca opone la reducción de los deseos ni del ego, y así, las raíces del dolor siguen intactas, y de llas brotan los deseos en forma de las ilusiones, de los sueños, y de las esperanzas que tiene el ego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario