Cuando alguien se afirma en sus deseos, en su ego y en sus creencias, quienes se identifican con esos deseos y con esas creencias se agrupan en su torno. Sin embargo, quienes no comparten esos deseos y esas creencias, a esas afirmaciones y a todos lo que se agrupan en torno a ellas,los ven como una amenaza o como un obstáculo para conseguir sus propios deseos y para imponer sus propias creencias, y de ésta manera el conflicto está servido.
Quien se afirma, siempre encuentra muy buenas justificaciones y muy buenos argumentos para ello, y se queja del rechazo de los que no comparten sus afirmaciones, y sobre todo se queja de que éstos se le opongan o le combatan. Pero el que se afirma no ha tenido en cuenta que al afirmarse iba a producir unos rechazos. Sólo tiene en cuenta sus propias creencias, sus propios deseos y su propio ego, y ésto es así aunque lo justifique con bellas y bondadosas intenciones.
Esta dinámica produce dos grandes carencias en nuestra sociedad:
*Que el bien común tenga poco peso en la vida de aquellos que se afirman y en la vida de aquellos que rechazan, pues cada uno ve al otro como un rival, como a un enemigo o como un obstáculo, y así no le ve como a alguien que tiene necesidades, ni como alguien que tiene problemas, ni como a alguien que siente dolor. Y así, el amor y la compasión , aunque se clame por ellos, tienen poca influencia.
*Que la espiritualidad tenga poco peso. Este poco peso no sólo se debe a que la espiritualidad propugne reducir los deseos y el ego, o liberarse de las creencias, sino a que la mayoría de las personas está ocupada y atada en afirmarse o en rechazar. Y así, la libertad y la sabiduría, aunque se clame por ellas, tienen poca influencia.
Antes de afirmarnos no pensemos en lo justo o en lo injusto, o en nuestras verdades y en las equivocaciones de los demás, sino en las dinámicas que inevitablemente se producen en torno a los deseos, al ego y a las creencias.
Podemos pensar que el que rechaza podría adoptar otras actitudes frente al que se afirma y así evitar los conflictos, pero el que rechaza no ha iniciado ésta dinámica. Sin afirmación no hay rechazo.
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